26 marzo 2014

"Ya era hora de cambiar de aires,
volverme loca por primera vez
ya sé que algunas cosas hice mal
pero deja que aprenda de mi ayer"
(Volver a empezar, Pablo Alborán)


Nunca es tarde si la dicha es buena, eso dicen.

Llevaba tiempo con las ganas de volver al mundo de la escritura en la red, sin embargo, hay cosas que nos desvían del camino. A veces con falta de tiempo, otras con tintes de pereza. Sin embargo, aunque de primeras pensé en abrir otra página, decidí darle un cambio de aires a mi vieja habitación. 

Al meterme aquí de nuevo y ver todos mis viejos recuerdos, me di cuenta que, aunque a veces parece que el tiempo pasa en balde, no es así. Avanzamos queramos o no, eso tampoco significa que vayamos en la dirección correcta. Simplemente avanzamos porque no tenemos más remedio que hacerlo. En la mayoría de las veces nos resignamos y nos cabreamos con el mundo y con la existencia de todo lo existente y se nos olvida que el primer paso lo debemos de dar nosotros. Hay quien dijo una vez que: "La suerte sólo te ayuda a caminar, si tienes el valor de dar el primer paso" ¡Cuanta razón tenía! 

A ciertas edades uno se cree que es invencible, que el mundo le pertenece, que tienen que andar besándole los pies allá por donde vaya. Todo va de un extremo a otro: tanto la alegría como la tristeza. Sin punto medio. Sin objetivos reales, sin cauce. 

Hoy, he llegado al gimnasio como un toro desbocado. Necesitaba pegarme una carrera para eliminar toda la tensión acumulada de casa y del trabajo. Decidí calentar mis 15 minutos de rigor. Sin embargo mis pies me pedían más. Necesitaba potencia. Progresivamente subí la velocidad y, cuando me quise dar cuenta, había pasado de 10 a 14. Creo que es la primera vez que llegaba a ponerlo tan rápido. Duré lo mismo dos o tres minutos, aunque tampoco quería extenderme demasiado, porque tenía el tiempo justo. Para los "runners" habituales, es un pego de los gordos... para mi, una victoria. En mi vida me había puesto a correr, es más, los niños no querían jugar conmigo porque era demasiado lenta. Pero, vuelvo a repetir que "nunca es tarde si la dicha es buena" y superarme me hace feliz. Es hasta aquí hasta donde quería llegar: La superación. Veréis, la vida está llena de objetivos, metas, montañas... llamémoslo como queramos. Vamos a poner que cada objetivo que nos queramos plantear es una montaña. Cada día caminaremos un poco hasta la cima. Hay días que daremos 10 pasos, otros 20, algunos sólo 3 e incluso... incluso a veces tenemos que dar marcha atrás para recalcular la ruta. A veces no tendremos ganas de avanzar y nos sorprenderemos a nosotros mismos viendo la capacidad que podemos conseguir. Habrá días iguales y días distintos... pero llegaremos a la meta. Ahora bien, después de esta meta siempre hay otro pico de otra montaña. ¿Por qué? Porque estamos vivos. Porque vivir es seguir avanzando. Y porque el día que sintamos que ya no tenemos más objetivos que cumplir, será el día que estemos muriéndonos.

Espero que os guste esta vuelta, este volver a empezar. Quisiera compartir mi vaga experiencia, hacer de este salón un lugar agradable donde pasar el rato.


¡Un beso muy fuerte! ¡Y gracias!





No hay comentarios: