05 mayo 2014

No se ama a base de disgustos.



La línea que separa el amor de lo obsesivo es tan delgada que ya no se ama por amar, sino por obligación. ¿Quién soy yo para hablar de esto? Tengo la mala costumbre de escribir sobre aquello que me suena de lejos.

El amor es libre, te tiene que hacer libre. El amor es compartir, reír, vivir, saber esperar cuando se tiene que esperar y quererse como no se ha querido a nadie en la vida. Sin prisa, sin pausa. Cuando dos personas están destinadas a estar juntas por el resto de su vida – a no ser que se esté muriendo – tienen todo el tiempo del mundo para hacer todo lo que les apetezca. Cuando uno cae, el otro le achucha. Así parece todo más sencillo. En el diccionario de la Real Academia Española, uno de los significados de amar dice que el amor es el esmero con el que se trabaja una obra deleitándose en ella. No hay que complicarse, el sentimiento nace solo. Cuando menos te lo esperas, de quien menos te lo esperas y cuando menos lo piensas. Aunque sí que es verdad, que sentirse amado y sentir que puedes dar amor es lo más grande que te puede suceder en la vida. Una obra de arte, el amor. Y es cierto. Es cierto porque dos personas se conectan, de algún modo. Se entienden aunque no digan nada.

Amar no es aguantar malas palabras, ni reproches. El amor no entiende de celos, de confabulaciones. Te hace más seguro. Das lo que recibes, y recoges lo que siembras. ¿A quién se le ocurrió creerse lo de que “quien bien te quiere te hará sufrir”? ¡Vaya tontería! ¿Sufrir? ¿Eso es querer? No, perdona. El querer se siembra poco a poco. El querer hace a uno más humilde y más fuerte. Si va a buscarte es porque te quiere, porque no aguanta sin ti ni siquiera un minuto más, no porque tenga miedo de que conozcas a otro. No te revisa el móvil para ver las últimas conversaciones ni se vuelve loco porque te has conectado y no le has dicho nada. Todos necesitamos nuestro espacio, ese egoísmo de disfrutar de un libro, de una ducha, de unos minutos de silencio sin hacer nada, de hablar con un amigo por teléfono… Es que si te quiere te pone su mejor sonrisa por muy dura que sea la situación y a tú también lo haces. Dar y recibir por igual. Pero alguien puso al lado la obsesión y se jodió el invento.

Disgustos hay y los habrá. A veces uno tiene que poner tierra de por medio y alejarse. Y no es fácil desprenderse de alguien a quien quieres tanto. Pero no se ama a base de disgustos. Siempre hay una de cal y otra de arena. – Aunque no sé muy bien cuál es la buena y cuál es la mala – Por encima de las cosas está el ser franco, claro y conciso. Esa cosa que los une por encima de la amistad. De hablarse, de escucharse, de comprenderse, comunicarse. Amar no es una carrera de obstáculos. A ver cuál es más difícil ni cuál llega primero a la meta. No. Es darse de la mano sin buscar un fin, sino disfrutando del camino. Cuando llegas cansada del trabajo y sus dedos fríos acarician tu nuca, matando todos los demonios. Cuando un beso es sereno, salvaje, valiente. Cuando, al juntarse, dos cuerpos y dos almas entran en ebullición. Amar es respetarse, unificarse y dividirse cuando es necesario. Y lo demás son tonterías.

Que el amor te complete y no te haga pedazos. Que te apetezca en todos los sentidos. Que te aliente, te proteja y te de alas.

1 comentario:

Laura Galindo dijo...

Totalmente de acuerdo! "No se ama a base de disgustos" Frase para tener en la mesita de luz!