03 diciembre 2014

Hasta siempre, mi guapo

"Coge mi mano
cuando no encuentres cobijo
en la tormenta y en la calma
seré tu amigo.
Coge mi mano
si la soledad
se hace tu amiga inseparable
y tú no quieres verla más"

¡Hola! ¿Qué tal ha ido la semana?

Siento la tardanza en escribir, la verdad que ni siquiera es este el tema del que quería hablar pero, a veces la vida da mil vueltas y suceden cosas que, ni están en nuestros planes, ni son agradables. Pero tienen que pasar.

Si ya Noviembre comenzó con la falta de uno de los pilares más importantes de mi familia. Diciembre ha comenzado con otra falta. Otro pilar importante, de mi casa. Si, y digo importante. Porque ha sido, durante 18 años, el mejor compañero y amigo que he podido tener. 

Os contaré su historia.

Se llamaba Bruno, y le encantaba la cocina. Nació un nueve de Agosto en un criadero de Madrid que se dedicaba a criar perros de pura raza. Era una bolita negra de pelo, grandes orejas y mucho nervio. Sin embargo, aquel lugar quebró y la mayoría de sus hermanos y compañeros quedaron sentenciados a pena de muerte. Por suerte, alguien se acordó de nosotros y nos lo trajo. Era Diciembre, antes de navidad.

Me acuerdo del primer día que llegó a casa. Nos saludó a todos con exceso de efusividad y corrió al comedero de Celeste, la que fue nuestra gata por aquel entonces. Ella, con genio de gata Cordobesa, descendiente de una Bosques de Noruega, no paraba de bufarle. Pero pronto se hicieron amigos. Ella fue su consejera...

Le pegaba en el culo cuando se hacía pis donde no se tenía que hacer pis... y paseaban juntos por el tejado.

Era muy divertido, porque los dos eran más negros que la noche.

En fin, mi perro pronto se hizo mayor, un perro ejemplar. Un moreno guapísimo. Mi guapo.

No paraba nunca de correr, y muchas veces se pisaba las orejas porque ¿Qué le vamos a hacer? Siempre fue un pelín torpe en ese aspecto. Cuando llegaba al portal, entraba corriendo, bueno, más bien haciendo rally con el culo porque, al ser de mármol el suelo, se resbalaba. (Ni os podéis imaginar cómo aprendió a coger las curvas)

Siempre nos esperaba detrás de la puerta, siempre contento.
Nunca. NUNCA. se olvidaba de nosotros
No importaba el tiempo que hubiera pasado, nunca fue rencoroso.
Siempre estaba pendiente de que no nos ocurriera nada. Era protector.
Sabía cuando estabas triste e iba a animarte.
Le encantaban los spaguettis a la carbonara


¿Qué puedo decir de mi perro? Pero es verdad. Mi perro fue un perro formidable. Siempre estaba corriendo. Mucha gente quería pagar por él. Pero nunca quisimos vender al que era nuestro AMIGO.

Pero el paso de los años no perdona y, aunque quisiera volver atrás y que fuera otra vez un cachorro nervioso, cansino, celoso y alegre, no pude hacerlo. El lunes tuvimos que decirle adiós a nuestro compañero. Y desde entonces, la casa, ya no es la misma. (Ni Maná, nuestra gata de ahora. Se pasa el día maullando y buscándolo por cada rincón) Me queda el consuelo de pensar que ahora está en un lugar mejor. En La Casilla, con mi abuelo, correteando entre la viña y los olivos, con Celeste y Fullero... con todos los que ya no están y fueron siempre felices en ese lugar. Prefiero pensar en todo lo que nos has enseñado, lo que nos has querido y lo que te hemos podido querer SIEMPRE, porque desde el momento en que entraste por la puerta, fuiste uno más de la familia y nos faltas como otro más.





Seguro que si alguien de los que leen este blog tiene animales o los ha tenido alguna vez, me entiende. Han sido los mejores 18 años de mi vida. Porque siempre ha estado él para acompañarme en mis buenos y malos momentos. ¡Eso sí que es lealtad!

Los animales, son unos seres extraordinarios. Que nos pueden enseñar tanto, tanto, tanto... Y no sé como hay quien no tiene respeto, como quien cree que no tienen sentimientos, como quien cree que no valen nada. Quizás esos tampoco se valoren a sí mismos como se tienen que valorar. 

Sin duda, y no me cansaré de decirlo. Has sido el mejor compañero, cómplice y amigo del mundo mundial.

Y sigues, esperándonos detrás de la puerta.
Esperando tu pizquito de comida en la mesa.
Moviendo el culo para saludarnos.
Llorando cuando nos dejas de ver...
Haciendo rally culero por el pasillo...

Viviendo en nuestra memoria.



"Porque una casa sin tí es una oficina, un teléfono ardiendo en la cabina...." (J.Sabina)




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