06 octubre 2015

La obra maestra

No quiero acostumbrarme
a estos subidones
de fulgor
entre mis piernas.

Sentir cómo el clítorix
retiene el calor
y se derrite
un poco más abajo.
Sólo con pensarte.

Como tu mano me enciende
desde la rodilla.
Impávida, desvergonzada.

Y sólo tengo
fantasías eróticas.
Sexo por todos lados.

Pero ¡Joder! ¡No pares!

Hacer lo que se hace
cuando se sabe
lo que se está haciendo.

No sólo pautar el ritmo
sino entender
que el punto G de la mujer
está en el cerebro.
Y cuanto más lo violes,
más se fundirá en tus fantasías.

Sentir
el
roce
de
los
cuerpos
sudando.
Escuchar
cómo
se
corta
la
respiración.

Ver
en diferentes perspectivas.
Y tú que no querías mirar
la cara que se me pone
cuando voy a partirme de placer
por no reventarte antes de tiempo.

.. y perderte el aplauso final,
el que todos esperan.
El que confirma
que la obra fue maestra
en todos los sentidos.

No sabes lo que mola eso...
Cuando sois cabrones en el sexo
mujer y hombre en el resto.
Que dos días más tarde
recuerdan tan tremenda folladura
que el coño se humedece
y la polla sigue dura.

Con el eco de un gruñido,
los fantasmas
de los metacarpos
clavándose entre gemido
y omoplato.

Y así nos vamos conociendo
de a poquito...
Entendiendo
que cuanto más conoces a alguien
mayor es la posiblidad
de que al retorceros de placer
el mundo sienta los gemidos.

 Miss Heartless 2200

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