02 abril 2016

No lo quiero saber

El futuro es más o menos incierto, pero dependiendo de las acciones que estemos realizando en el presente, podremos predecir lo que nos puede pasar en el futuro. Podemos estudiar una carrera para ser médicos, dentistas, trabajadores sociales, ingenieros... podemos estudiar cocina, podemos estudiar mecánica... esperando que ese sea nuestro futuro profesional. Podemos abrir la posiblidad a que nos ocurran ciertas cosas pero, sin embargo, a veces la vida no suele acomodarse a nuestros designios. Eso no tiene por qué ser algo malo. Puedes estar toda tu vida esperando a ser una cosa y que ciertos factores ambientales determinen que llegues o no llegues a eso. Puedes pasarte la vida creyendo que estás destinado a desempeñar una tarea en la sociedad y, de la noche a la mañana, tener que cambiar de planes. Aquello que tanto te gustaba o te atraía se puede ver truncado por el destino, el famoso destino. ¿Quién dice que de otra forma no podemos encontrar también la felicidad?

Muchos nos empeñamos en saberlo. Queremos saber que todo irá bien, que todo ocurrirá de la manera que hemos determinado. Podemos luchar para que eso ocurra o esperar que llegue sin más. En cierta parte creo que deberíamos tener esa seguridad en nosotros mismos, aunque a veces, tratamos de averiguarlo con ritos esotéricos. y ¿Realmente están adivinando nuestro porvenir o nos está condicionando?

Puedo decir, que alguna vez he confiado en juegos de azar. En una tirada de cartas que me diga que voy a conocer al hombre de mi vida, encontrar un trabajo que me de ingresos suficientes para empezar a prosperar, que no voy a tener ninguna bajada de salud. Y, sin embargo, no paro de preguntarme si eso va a condicionar lo que haga de ese momento en adelante. Si es inamovible o, por el contrario, podemos elegir otra opción. Que quizá también sea posible. Quiero pensar que, parte de nuestro destino está en nuestras manos. Que todos somos dueños de elegir lo que nos vendrá si tenemos la actitud adecuada en cada acontecimiento.

A veces,  me aferraba a estas creencias como un clavo ardiendo. Sintiendo la necesidad de saber que todo irá bien pero ¿para qué? Después de todo este tiempo me he dado cuenta de que hay preguntas cuya respuesta no puedo forzar. Que el resultado de un péndulo, un horóscopo o unas cartas de Tarot no determinan para nada lo que pueda llegar a ser. Lo que pueda ocurrir. Y de un tiempo a esta parte, ni lo quiero saber.

No quiero saber que vamos a ser felices toda la vida, ni que nuestra historia se acabará en algún momento. Que tu conocerás a otra persona o que esa persona seré yo. No quiero que me digan que vamos a hacernos daño, ni que vamos a construir una vida maravillosa. Que nos vamos a casar, que vamos a tener hijos, que vamos a pasar por momentos difíciles o que eres el amor de mi vida. No lo quiero saber. No quiero saber que te vienes a vivir aquí, ni que me voy allí, ni que nos vamos a otro sitio completamente diferente. No lo quiero saber. Es la primera vez en mi vida que tengo la tranquilidad y la seguridad de que lo único que me apetece es disfrutar de cada momento, sin prisa. Porque creo que tenemos por delante todo el tiempo del mundo. Que lleguemos o no a viejos los dos juntos, riéndonos de todas las historias que nos han ocurrido. Contándo las anecdotas de cuándo o como nos conocimos, de los viajes que hemos hecho, de todas las veces que extrañé un abrazo mientras estabas en el otro lado. O de todas las caídas en las que nos hemos achuchado mutuamente para salir de las arenas movedizas. Tampoco quiero saber si terminaré la carrera, si mi destino es trabajar con  adolescentes en riesgo de exclusión social, si obtendré una plaza en algún juzgado o si acabaré trabajando en algún bar de vete tú a saber dónde. Si tendré coche, casa, si ganaré lo suficiente como para vivir desahogada, si tendremos problemas de salud o si mis intentos para dejar de fumar serán definitivos.

Nos pasamos la vida esperando que nos ocurran cosas buenas y, cuando ocurren, no paramos de pensar en que eso se va a terminar. Pero es que no lo quiero saber. Me he dado cuenta de que puedo tener el poder suficiente como para conseguir algo, que muchos creían que podía ser imposible. Pero, como dijo Paulo Coelho "imposible, es sólo una opinión" En eso estoy completamente de acuerdo. Y nunca sabes de dónde puede venir esa magia, ese algo que te hace sonreír constantemente, ese mensaje de buenos días, esa llamada de buenas noticias, esa sensación de seguridad, de apego, de bondad, esa maravilla que es tener en tu vida a personas increíbles. - Aunque ellas mismas no se den cuenta de lo que valen- Personas que te enseñan en poco tiempo más de lo que has podido aprender en la vida. Personas que están en el sitio oportuno, a la hora adecuada. Que sacan lo mejor de ti, esa parte que llegaste a desconocer de no utilizarla. Esas cosas que guardabas para darle a quien se lo tenías que dar.

Por eso que no quiero saber, no quiero pensar que el futuro nos depare esto o lo otro. Simplemente sé que lo único que tengo que perder es el miedo. Esperar sin esperarlo. Encontrarme y encontrarte. Y que seas feliz, mientras puedas. Eso es lo único que quiero saber. Que eres feliz. Que tu vida se acostumbra a luchar, a saborearla, a vencerla, a apreciarla en toda su plenitud. Venga lo que venga. Todo lo demás, puede venir cuando venga. Pero no lo quiero saber. No quiero condicionarme a pensar si vamos a marcharnos o si vamos a querernos un rato o toda la vida.

Para ser exactos, no tengo prisa. Ni lo quiero saber. Porque la sorpresa está encontrarte cada día.

No hay comentarios: