12 enero 2017

Juntos Por Siempre

En estos días, tengo la cabeza que me va a estallar. Estoy enferma, es la verdad, con suerte sólo durará unos días más. Días que parecen eternos. Días en los que temo perder la verticalidad y asumo que mi actividad diaria queda reducida a la frase "sin demasiados excesos" pero ¿Hasta donde llega eso?

Miro por la ventana y observo el sol de invierno. No calienta, pero alumbra. Sabes que está ahí regalándote su luz, aunque sea lo único que haga. Ya habrá momentos del año en el que queramos y no podamos quitárnoslo de encima. Pero es que siempre queremos la otra parte, la que no tenemos. Es decir; queremos usar la manta en verano y tomar el sol en invierno. Todo del revés. 

Antes de ayer alguien me lanzó un paquete de tabaco a la cama. Llevo días sin fumar, un proceso lento, difícil pero efectivo. Quizá también porque una calada a un cigarro me da náuseas, porque en lo único que pienso es que la sinusitis se vaya de mi cabeza y me deje pensar y actuar tranquila. Recuperar los entrenamientos, la calma... no tener que salir con cien paquetes de pañuelos en el bolso para sentir que sólo se amontonan en los conductos de mi cara y me aprietan cosa mala. Me siento como un equilibrista en la cuerda floja: tengo miedo de caer pero si miro abajo me caigo seguro. ¿Y si asumo que ese paquete es el último que voy a tener entre manos? Nada, asumir que algo es para siempre, es como decir que caducará en un rato.

Es curioso, pero esa marca lleva las iniciales JPS. En nuestro idioma quizá pueda parecer que dice "Juntos Para Siempre" ¡Vaya! Una marca de tabaco y tu unidos... hasta que la muerte os separe. O el sabor de sus puñeteros cigarrillos... De todas las marcas que he podido fumar, es de las peores. Lo que llega a confirmar, de nuevo, que la pasiones eternas duran sólo un rato. De momento vivo bien sin esas cosas. El mundo huele mejor, es más ameno. La urgencia de salir a cada rato para tener algo que amarillee mis dedos es cada vez menor y la cartera va notando que las monedas, empiezan a darle el mismo aspecto que un niño hartico de bollicaos.

Es Enero, no lo he dicho. Es el mes que está más lleno de propósitos. Esa lista que haces a fin de año y que no se suele llegar a cumplir. (¡Vaya! Parece que estoy absolutamente pesimista esta mañana) Creo que ha llegado el momento en que vas dejando cosas atrás. ¿Por qué será que cuanto más vivimos, más nos cuesta ilusionarnos? Los Reyes Magos, los propósitos de año nuevo... que si el gimnasio, que si ahorrar... Objetivos que marcamos a la espera de que se cumplan solos y que no nos damos cuenta que toda recompensa llega después de un esfuerzo. A mayor esfuerzo, más satisfacción, Y, cuando vemos que se nos tuerce un poquito el camino, entonces lo dejamos. Es como si empezáramos a hacer las cosas con muchas ganas pero con la esperanza de que alguna excusa nos aparte de ello para poder decir que "si, lo hemos intentado PERO..." Siempre quedará algún cobarde que diga que lo importante es participar. Pero, si realmente queremos conseguir algo, ¿Por qué no pensamos en hacerlo de una manera diferente? Por ejemplo: Coge tu lista y pon una fecha a cada frase. Una fecha realista, algo que quieres cumplir. Intenta que cada uno de los deseos se disgregue en partes pequeñitas que puedas ir consiguiendo poco a poco.

A decir verdad, yo aun no he hecho una lista concreta, la empecé y la dejé a medias. Porque creo que es mejor ir planteándose las cosas de manera más sencilla. Centrándonos en lo que podemos ir haciendo y no en lo que esperamos que pueda pasar. Hay quien se propone enamorarse y después se pegan una hostia. Igual si, igual se enamoraron, pero el amor y el desamor es algo que va unido. Puedes quemar una bengala, hacer un filete a la plancha y puedes cocinar el caldo a fuego lento. En Diciembre estamos locos por volver a enamorarnos de nuevo, esperando que el año siguiente borre de un plumazo la lista negra de tus dudas, tus miedos y tus inseguridades.

Me hace gracia cuando la gente se pregunta en alto por qué algo le sale siempre mal y se niegan a cambiar porque "están a gusto con su personalidad" Esos son de los que repiten propósitos cada año. Es como esperar que te toque la lotería y no jugar más que una vez. Más que nada, queremos resolver el azar antes de tiempo. Queremos que el futuro sea inmediato. Porque nuestro presente fue futuro e igual no brilla tanto como esperábamos. Al fin y al cabo, todo empieza desde dentro, desde hoy. Todo es un camino constante.... que no se puede postergar. Porque entonces, las expectativas no tendrán nada que ver con la futura realidad.

Quizá eso de desglosar objetivos y buscar plazos más cortos y metas más chiquititas sea defecto profesional... Pero últimamente hace efecto. Lo de improvisar tampoco está tan mal.

Hoy quiero que ese "Juntos Por siempre" sea efímero. Y que esta eterna sinusitis me deje respirar.  También tengo que cumplir con algunos objetivos llamados Temario, para que la meta "exámenes UNED" sea satisfactoria...

Así que... ¡voy a por mi futuro!

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