30 agosto 2017

Nademos entre delfines

¡Pero qué BONITO eres!

y que bonito, que bonito eres...

Dicen que, cuando sueñas con una persona, es porque se ha acostado pensando en tí. Yo siempre he sido más de creer en las CAUSALIDADES. Pero a veces, desconfiamos del poder que tiene la mente.

Yo eso no lo sé. Sólo sé que esta noche nos perdíamos entre abrazos y besos. Después yo me lanzaba al mar, a un agua clara y limpia. Caía profundo e intentaba subir a la superficie, pero me había lanzado con tanta fuerza que no era consciente de la profundidad. Entonces apareciste tú. Prestándome tu espalda y agarrándote fuerte, me llevaste a nadar entre los delfines. Me enseñaste la belleza del océano, la belleza del mundo. Salimos del agua y paseamos.... no sé por dónde. Simplemente me dejaba llevar. Observaba cada detalle con pasión, refugiada en tu espalda. Escapando, o más bien escarbando... escarbando en esas cosas que no se ven.

Así pasamos la tarde, la noche... no sé. Pero amanecimos juntos. Acariciabas mi espalda y yo me hacía tuya, entre los primeros soplos de la madrugada. Mirándome, tierno, reímos de felicidad. Y me perdía.

Entonces me desperté. Tarde, como siempre. Maldiciendo la poca fuerza de voluntad a la que acostumbro estos días.

Pero será que llevas razón y que, si el cuerpo me pide descanso, debo escucharlo. Que llevo muchas cosas encima, que merezco escucharlo y hacerle caso. Que tengo que mirar más por mí. Es verdad, últimamente miras tú más por mi, que yo por mi. Y eso no debe ser así.

Me hice el desayuno entre legañas, resignada, me puse un buen café oscuro. Se me quemaron las tostadas y me volví a acordar de ti. De la foto que te mandé anoche, de cuando te vuelves medio loco y me haces reír hasta que me salen agujetas en las costillas. Sonreí un poco, pero con ganas. Me cambié de ropa corriendo para ir a entrenar y tu voz resonaba en mi cabeza y... tus besos. ¡Cómo echo de menos esa boca! Esos labios callados, esa nariz respingona, esa forma que tienes de caminar... y ese rastro de tu aroma que vas dejando a cada paso.

Al salir de casa, cerré la puerta, enchufé los cascos de mi iPhone 7 en la clavija y, cuando fui a poner la primera canción del día, me di cuenta que estabas ahí. Tu mensaje de buenos días.

- ¡Buenos días fea! ¿Nadamos entre delfines?

Igual es que contigo todo parece un sueño...

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