03 octubre 2016

Aprender a despertar.

No recordaba esas noches
en las que despiertas
teniendo un orgasmo.

Ese que va después
de tu boca en mi entrepierna.

Pero es igual...

La verdad es que hace tiempo que soy distinta.
Y si, mi escritorio está lleno de apuntes
y bolígrafos de colores desperdigados.
Y mis gafas en la tapa del portátil.

¡Ah no! Eso es nuevo ¿sabes?

A solas,
me gusta estar a solas conmigo.
He aprendido a escucharme
y ahora tengo conversación.

He conocido a alguien,
y a cientos de miles.
Pero a alguien,

Esa persona que admiras,
Que sonríes al verla porque está más guapa que nunca
Que le besas la espalda con cuidado...

Por la que vale la pena dejarse la ropa.
O llegar tarde al gimnasio.

Esa persona que, diga lo que diga, es divertido
o triste, o serio, o un drama.
Pero te gusta.
Te gusta esa persona hasta cuando se equivoca.

Te gusta, simplemente te gusta.

Y esa persona era yo.

A veces somos dos, lo admito.
Quizá en estos meses
no hubo un día en que no me sorprendiera.

Quizá esté por cientos o por miles,
tal vez se vaya mañana.
- Sabes que nunca fui de usar complementos-

Pero bueno,
ya sabes
que es bonito despertar
agonizando de placer.

Y ahora más si no es contigo.
Es como si siembre hubieras estado de sobra.
Pero te creyera imprescindible,

¡Dios mío!
No, definitivamente, no te necesito.
Para nada: no me creas.
Pero esta vez, digo la verdad.

Es tanta la indiferencia
que ni me duele.

Porque ahora más, si no es contigo
he aprendido a despertar.

No hay comentarios: