05 diciembre 2017

Confianza

Según la Real Academia de la Lengua Española, la palabra confianza contiene, entre otras, las siguientes definiciones:

Confianza (de confiar):
1. Esperanza firme que se tiene en alguien o algo.
2. Seguridad que alguien tiene en sí mismo.
3. Presunción y vana opinión de sí mismo.
4. Ánimo, aliento, vigor para obrar.
5. Familiaridad (llaneza en el trato)
6. Familiaridad o libertad excesiva.
7. desus. Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio.

Para mi, la palabra en cuestión es una fina línea que divide dos áreas de forma difusa. No es recta, va serpenteando, sobrepasando y esquivando obstáculos. Sobre todo, si son heridas. Cuanto más dolor hayan podido causar, más difícil es pasar al lado bueno y más fácil quedarse en el malo. A día de hoy, decir que te has ganado la confianza de alguien es como haberse adentrado en un mundo oscuro, lleno de trampas y pruebas que te han dado la oportunidad de conseguir un mapa donde se encuentra la caja de pandora. Todos tenemos una. Todos tenemos ese espacio donde guardamos aquello que no dejamos que salga a la luz fácilmente. A veces está guardado con candados, alarmas, puertas blindadas, contraseñas... También puede ocurrir que, toda esa seguridad que has conseguido armar con los años, es burlada por un cualquiera. En el momento oportuno a la hora adecuada. Pero eso es otro asunto.

La confianza, no es algo que demos fácilmente y cada día lo ponemos más difícil. Será que no somos capaces de lamernos nuestras propias heridas o que hemos dejado tan al descubierto la caja durante tanto tiempo que han dilapidado hasta el sentido común. Han o Has. La conjugación de los verbos juega un papel importante. Lo que pasa es que la conciencia no siempre es la misma. A veces ponemos en manos de otros las tareas propias. Cuando algo no sale como esperábamos, se tiende a echar la culpa al resto en vez de aceptar que ha sido nuestro error. 

Nuestro error es habernos creído capaces de rascarnos los huevos mientras otro se partía los cuernos por doblegarse de sus propios propósitos y desviar algo que no le corresponde más que a uno mismo. Problema suyo también de haber descuidado sus asuntos.

Dejamos al descubierto demasiadas ocupaciones propias. Al final, la que sufre, es la confianza. Esa línea que serpentea cada vez más, que es como un laberinto, que es cada vez más difícil de conservar. Y todo, absolutamente todo, se va a la mierda.

Pero porque la primera confianza que debemos tener es en nosotros mismos. ¿Cómo pretendes confiar en alguien si no? No se trata de andar a la deriva en un barco sin remos. Se trata de poder encontrar la tranquilidad que nos quitamos poniendo normas y pruebas a los demás. ¿Es tan complicado? Tal vez, el camino hacia la confianza sea la honestidad. Es decir, de ser razonables, justos. En todo.

Cada relación tiene una finalidad. Con una normativa que dirige la situación de ese momento. Pero como toda ley, nada es inamovible. Nadie va a tranquilizarse si niegas la palabra a alguien que es tu amigo, simplemente, porque a tu pareja no le gusta como te mira. Porque si a tu pareja no le gusta como te mira, es posible que tu pareja tenga una falta brutal de confianza en sí misma. Y si no es así y te mira de esa forma porque existe otra clase de complicidad que pueda poner en duda la fidelidad de tu noviazgo, entonces empieza a preguntarte qué es lo que va mal y se valiente. Sé valiente y decide. Apuesta por lo que crees que tienes que apostar. Pero no sigas burlando más la línea de dentro a fuera. Porque puedes encontrarte con un muro de hormigón, y eso te puede doler, amigo. Te puede doler mucho.

Y también puede pasar que creas que alguien oculta algo. Porque sus barreras están hechas con diamantes. No por su brillo, sino por su dureza. Porque se ha encerrado en un bunquer y cada día lo trata de hacer menos accesible. Igual no oculta nada raro. Igual sólo tiene miedo. 

Porque la confianza y el miedo van siempre de la mano. 

Pero a él siempre puede vencerlo con tu ayuda y entonces tú irías de la mano de su confianza. 

Tampoco tienes que jurarle amor eterno ni nada por el estilo. No debemos confundirnos. Porque muchas puertas que cerramos hoy es por el miedo a lo que pueda pasar mañana. Quizá puedas estar perdiéndote una gran amistad, el polvazo de tu vida o la historia más surrealista que puedas echarte a la cara. Dejamos atrás la confianza por ir con una idea preconcebida en la cabeza y no dejar paso a nada más.

Y porque nos pasamos tanto rato planeando y etiquetando otras cosas que al final nos olvidamos de ella. Por eso, cuando llega el día que, inevitablemente, tiene que llegar nos ponemos a llorar y preguntamos ¿Dónde estará?

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