A menudo salen
famosos libros cuyo patético intento de lujuria se hace viral. Después hacen
las películas. Es como ir de Málaga a Malagón. Pero, es posible que muchos
hombres y mujeres fantaseen con la idea de tener bajo sus órdenes un esclavo
sexual, -o de serlo- sin embargo, no todo el mundo se atreve a pedirlo. Porque,
casi siempre, esperas que haya un rechazo.
No es inusual que,
quien peor cara pone, es el que más lo está deseando. Pero claro, nos hemos
criado en una cultura monogámica e irracional donde aún quedan muchas barreras
que saltar. La cuestión está en dejarse llevar y hacer lo que a cada uno le
apetezca, sin miedo. Es, simplemente, otra manera más de disfrutar. ¡Ya! ¿Y
qué? Hay cosas que entrañan sus riesgos, pero cuando te tiras por un puente,
siempre compruebas que la cuerda está bien atada. Cruzar la calle también puede
ser peligroso, pero nos aseguramos de que no venga ningún vehículo que nos
pueda llevar al hoyo o que nos deje peor de lo que estamos. Esa no es cuestión
para dejarse llevar por uno de los placeres más grandes para los que está
diseñado el cuerpo humano. Dejarse llevar por todos los sentidos, el instinto
de la carne, de los huesos… De los sentimientos. También nos privamos de ellos.
Que, si ahora está
de moda dejar de quererse, de hablarse, de tocarse… virtualizamos hasta la
manera de ponernos cachondos y, créelo. La mente es el órgano sexual más
potente y veloz que existe. Por una parte, un solo impulso puede excitarnos
hasta límites insospechados, es como tocar un interruptor y encender una
bombilla de larga duración. Por otra parte, también podemos accionar algún
mecanismo que impida que esa luz brille en su totalidad. O que ni siquiera
llegue a encenderse.
Al fin y al cabo,
todo está en la mente. Pero eso es lo que le da poder al cuerpo para sentir en
alta definición. Es como una auto-programación limitada. ¿Y por qué la gente ve
películas de ese estilo? Porque, en realidad, desean llenarse de pasión a cada
rato. Quieren sentirse deseados, que la locura alcance el cien por cien de su
valor y sea cotizable. Cuando en la propia ficción se crean las ganas, eso es
ya imparable. Renunciar motu proprio a este tipo de cosas, es adentrarse en la
autodestrucción.
Parece que el
mundo, a día de hoy, no esté preparado ni para el sexo ni para el amor. Por eso
escriben libros de los que luego hacen películas. Películas donde apenas se
muestra nada, donde es el espectador el que imagina, el que moja sus propios
labios. (También se relame los de arriba) Pero insisto que, son patéticos
intentos de lujuria. Por eso ver porno es vergonzoso y no te cuento si alguien
se da cuenta que, a ti, te gustan esas cosas. Bueno, ese terreno igual es
irreal, o no. Quizá a él (o ella) también, muera de ganas, quizá te estés
follando su mente con un lenguaje subversivo. O igual no, pero está loco por
que lo hagas. En vez de eso, te pone a parir. Pero luego se pone a leer 50
sobras de Grey y se sabe la película de pe a pá. Se sabe todos los malditos
diálogos y se le ponen los pelos de punta cada vez que se acuerda del polvo que
no echó la otra noche. Y de cómo (no) sabían las fresas en su boca. O aquellas
tetas que olían sólo a champú. Esa manera tan divertida que tenía de bajar los
escalones o ese gesto en el rostro cuando estaba a punto de llegar por cuarta y
quinta vez al orgasmo.
Sí, hay quien se
limita incluso el número de orgasmos que va a tener en una noche, la cantidad
de veces que coincidirán follando antes de que se pillen demasiado y acaben
haciendo el amor.
Hasta en las
iglesias hay estatuas dedicadas a la lujuria. Y nos seguimos prohibiendo el
placer más absoluto para el que está diseñado el cuerpo humano…
No está bonito
cerrar con llave la puerta que ansías traspasar y juzgar a los que sí se
atrevieron a divertirse. Quizá sea el momento de girar el pomo y dejar que
hablen los dedos antes que los prejuicios…
¡Hasta luego!
Alba Delgado Núñez
1 comentario:
Al igual que toda herramienta de grandes dimensiones como lo es el sexo, se puede desvirtuar su uso. Esta clase de novelas, han gozado de mayor popularidad en la actualidad, fundamentalmente porque la experimentacion de nuestro cuerpo que alli se exhibe tiene por parte de algunas personas, rechazo a realizarlo, pero no "disfrutarlo a leerlo", un total desproposito
La mente se nutre de estimulos, pero eso no se remite a lo imaginativo totalmente, tambien a lo sensitivo, fragancias, tacto,vision, cuyo placer siquiera culmiman luego del acto, debido a que la mera atraccion entre dos personas tambien tiene mucho de goze. Un repertorio de sensaciones que ningun novela podra equiparar, pero en todo caso, deberia de incentivar
Un gusto leer pensamientos como el tuyo, sin ataduras
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