14 octubre 2015

Definitivamente, la vida tenía otros planes

Martes y trece... en Madrid está lloviendo. Y se me viene a la cabeza aquella estrofa que cantaba Alejandro Sanz en "Mi soledad y yo"

"En Madrid está lloviendo
y todo sigue como siempre
menos mal que ya no estás
y el tiempo pasa lentamente.
Estoy loco porque vuelvas...
hace tanto que te fuiste..."

Dentro de poco hará un año. Ni más ni menos. Un año que te fuiste, de repente. En la vida hay golpes más duros que despertarse con un testarazo en el meñique.

Aun volvemos a tu campo y esperamos ver tu bici aparcada en la puerta. Tus gatos se acercan cuando oyen el coche venir. Cada vez son más los que te esperan, Rafalito. A veces quiero pensar que eres uno de ellos y que nos maullas que, allá donde estés, todo va "canela". Ojalá pudieras volver y decir que sólo ha sido un largo 28 de Diciembre. Que la abuela cocine tus habas o haga pan de higo con los que tu recogiste. Que en verano, la cocina huela a mermelada de tomate y dejes el vaso de vino sin fregar encima de la mesa, o los chorreones de aceite de tus tostadas y que mamá se enfade por llenar de gluten su comida... Que se queden en el tapete restos de haber partido las nueces... O que te busquen los ingenieros del campo, porque nadie mejor que tu sabía dar consejos acerca de cómo cuidar los olivos...

La vida, definitivamente, tenía otros planes.

No tengo ni que cerrar los ojos, para perderme en tus ojos azules. Pequeños, pero intensos. Siempre dicen que lo mejor se da en frascos pequeños y tu eras uno de esos botecitos que llevaban dentro la esencia de una persona especial...

Abuelo; nos dejaste mucho más que olivos, gatos y viña... Aprendimos de tu forma de pasar por el mundo y eso es lo que importa. Nos dedicaste tu tiempo -lo más valioso que alguien te puede dar- te esforzaste por nosotros y también nos enseñaste que es mejor afrontar la vida con una sonrisa y ganas, por muy puta que se ponga. Que hay dos clases de corazones y que, aunque la máquina falle, el que de verdad importa es el de los sentimientos. Ese, es el que nos hace latir de verdad.

A lo mejor no pudimos compartir muchos momentos, pero valió la pena. Valió la pena aprender de ti, tener en nuestra vida ese pozo de refranes y chistes. Siempre tenías uno para cada ocasión. Y los problemas, por muy feos que parecieran, siempre marchaban "canela". Así eras tu y así quiero recordarte. Ojalá pudieras habernos visto de otra manera, en otro momento donde las cosas fueran mejor. Ojalá siguieras aquí, ojalá no te hayas ido con el sabor amargo de la impotencia... de ver la que estaba cayendo.
Cuida bien de mi guapo ¿vale? Hoy, cuando estaba haciendo unos mandaos, ha venido uno... igualito a él. De toda la gente que había en la calle ha venido derecho a mi, a saludarme. Parecía él. La misma cabra loca, los mismos ojos de ternero... También echamos de menos al Moruno, su aliento fétido, la forma en la que movía el culo porque no tenía rabo... o como se le rizaban los pelillos. Y, sobre todo porque siempre, a pesar de todo, era fiel. Y no importaba nunca como estuviera, sino cómo estabas tu. Nunca le faltaban los buenos gestos... aunque no pudiera ni ladrar.

En fin... sólo necesitaba desahogarme un poco. ¿Habrá internet allá donde estés? Lo mismo existe una intranet y puedes leer todo lo que he escrito... Pero a los ángeles no les hace falta. Ellos tienen otra manera de comunicarse, sin antenas, ni claves de wifi... Seguro. Yo sólo puedo daros las gracias por haber existido. Por habernos dado tanto, sin apenas nada. Por haber luchado, por habernos enseñado a luchar y porque, somos parte de lo que somos gracias a ti. ¡Que curiosa la vida! Pero creo que pone siempre gente en nuestro camino para que aprendamos. A veces nos pone un gilipollas, a veces no, nosotros te tuvimos a ti. Otra vez lo digo, gracias, eternamente gracias, por haber existido.

Miss Heartless 2200

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