Me he despertado
cantando esa de extremoduro que dice:
"Hoy te la meto hasta las orejas"
Y te he dicho calor.
Y respondiste, tarde y a destiempo.
"¡Pero qué cañera eres!"
Ya sé que te pierde mi caña.
Que te pierde, y que se nota.
Y a la vez, te rebota
y el cuerpo te pide calma.
Como si te hubieras metido en un "fregao"
del que no sabes deshacerte.
Y vas dejando que el aire,
poco a poco, deshaucie las ganas,
de botarte en la polla
con el coño bien estrecho.
El pulso ya no va
sobre cogerme y empotrarnos
contra todos los muebles de tu casa.
Y me da que ahora,
gana el que antes se aburre.
Como cuando te meten
en un grupo de whatsapp en que no quieres estar
y esperas a que alguien sea el primero en salir
para poder decir adiós al resto.
Pues eso.
O somos cobardes,
o somos idiotas.
Una de dos.
Ni siquiera hacemos ganas
por deborarnos como antes.
Y aun así todavía me arde tu piel.
Y mis pies andan descalzos
por tu tarima.
De cien mensajes, ninguno eres tú
De tres orgasmos, estás en números rojos.
De trepar, hablamos de otra cosa.
Y seguimos en el punto
del todo o nada...
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