19 junio 2016

La vecina

Salió de casa con lo puesto: Un pantalón corto, la camiseta del gimnasio y las chanclas. Tan sólo iba a buscar tabaco, un par de cigarros de contrabando que aliviasen la confusión de su cabeza. A decir verdad, tantas veces que había intentado dejarlo y mantenían una relación intermitente. Esa fuerza de voluntad no estaba consigo. No eran aliadas.

Bajó las escaleras y en la puerta del ascensor, una vecina esperaba tras haber oído que alguien salía de la casa.

- ¿Bajas? - Le preguntó.
- Vale, gracias.

Las dos entraron en aquel pequeño elevador. Pulsaron el bajo y el garaje. La vecina, una mujer de entrada edad pero que había hecho un pacto con el diablo para conservar intactos los cuarenta. Vecina de toda la vida, solitaria y algo extraña.

- Estás muy guapa, Maite. Cada día más.

Maite se miró al espejo. Llevaba sujetador de milagro. Un moño con el pelo sucio y las piernas llenas de moratones con un apósito ya negro en el talón que le estaba arreglando alguna rozadura de los zapatos. En la mano izquierda un euro y las llaves. Desde su punto de vista, ni eso era hermosura, ni tampoco sensualidad. Pero aceptó el cumplido y se echó a reír.

- ¿Sabes? me encanta tu pelo. Cuando lo llevas suelto es espectacular. - Su pelo rizado siempre fue digno de admiración, aunque ella no veía que fuera así - Seguro que tienes hombres a patadas. Seguro que se pelean por acompañarte a casa... - Hacía tiempo que no le enseñaba a nadie su residencia. Prefería pasar desapercibida - Ahora bien, te digo una cosa. Que tal y como vas, si te violan no te podrás quejar. Porque, como quien dice, vas provocando.

Y la tía se quedó tan pancha. Mal gusto tendría que tener un violador para acercarse a ella en esas circunstancias. Mal gusto o "lo siguiente" por adorar (o más bien, excitarse con) esas piernas llenas de heridas y moratones. ¡Lo que le faltaba ya!

Pero la vecina lo soltó así, tan pancha.

"Si te violan, es culpa tuya por ir provocando" ¡Enhorabuena campeona! Mal gusto tendría que tener un violador para excitarse con aquellas pintas, pero mala lengua tenía la vecina para soltar la perla que acababa de soltar. En pleno siglo XXI todavía quedaban resquicios de aquellas creencias. Impresionante. Pero la vecina, se quedó tan pancha.

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